A veces los viernes Amelie sale con sus amigas, va a la casa de su querida y más preciada compañera que ya es casi como su hermana, parte de su sangre. Sino, también le gusta llegar a su casa temprano, comer algo rico y liviano así, finalmente, luego se recuesta y toma una siesta mientras escucha música que le transmite tranquilidad.
Amelie, actualmente, no tiene un hombre en su vida. Lo ha intentado, pero su resultado nunca había estado a la altura de sus expectativas.
En cambio, ella, cultiva el gusto por los pequeños placeres. Hundir la mano en un saco de legumbres, preparar postres de chocolate y mientras los hace tomar con una cucharilla un poco de esa deliciosa mezcla suave aun cruda, y también mirar como las nubes se abren frente a sus ojos en el horizonte, todas amontonadas y con curvas, como grandes masas de algodón esperando a que algo las toque así se difuminan en el aire.
-M♪ca,ela.