Se observa a la delicadeza del amor tras una ventana poblada de lágrimas del cielo. Es la lluvia, que moja sus jardines llenos de esperanzas y promesas que cada día florecen.
Se acaricia la misma ventana, y la humedad permite a los dedos torpes que la acarician dibujar líneas que dan vueltas y vuelven al inicio. Una frase que se pierde en el tiempo. Y la lluvia es aquella manta de la noche que cubre un corazón tan frenético como lleno de mariposas.
Suspiros en el instante en que se apoya la cabeza en la ventana, y el pelo se vuelve frío al tacto.
Y entonces, finalmente, se da cuenta que se observan desde sus persianas abiertas, todas las noche, para ver quien aparece de nuevo, quien se encuentra primero. Quien da la primera mirada, o si simplemente se encuentran en un fugaz parpadeo marcado por el tiempo.
Ambos se alejan de la ventana de sus respectivas habitaciones, no sin antes dar un vistazo a la frase perdida en el tiempo que han dejado marcada en la lluvia, manto de la noche, abrigador suspiro literario. La leen, sonríen y se despiden con un ademán teatral del rincón que los acobijo en el preciso instante en el que se buscaban, sabiendo que se encontrarían: “Es imposible ya lo sé, abrázame”.
M♪camelí.
Por cierto, Bienvenido invierno ♥.