Se aburre.
Entre tinieblas y rosas. Se le despliegan alas invisibles y vuelve a subir,
alto y ondulado su cabello que despeinado destierra cualquier impureza en el
aire.
La quietud
lleva a Marie a vivir instantes donde la misma silla en el rincón la desanima y
suspira. Casi respirar. Suspira. Tanto silencio la llega a envolver, la cubre
como una mantita por la noche y acurruca mientras la dulce canción suena en su
oreja, desde un susurro lejano. Un puente. Hay un río en el medio. Algo nuevo.
Marie piensa
que la tierra gira tan rápidamente que todo sobre ella se mantiene en quietud,
en su perfecto espacio-tiempo y sin embargo el cambio es inminente, algo absolutamente
natural. Sospecha si esa quietud y esa rutina latiente en la que vive no está
haciendo ese efecto en realidad. Si su vida es como el planeta que gira rápidamente
y se traslada mientras todo sobre él mantiene su espacio-tiempo pero en
permanente cambio, como dentro de una caja de cristal, que se mueve, que viaja,
sueña, salta. Sospecha que tanto silencio de a ratos, que tanta quietud no es más
que un atuendo del movimiento, disparador de algo nuevo que se acerca a toda
velocidad, que traspasa su corazón, y tal vez mueve toda su estantería,
cambiando sus libros de lugar y escribiendo nuevas poesías.
Ansias de
leer esas nuevas poesías. Ansias.
By: Micaela Nuné Halacyan
(el arte es un estado del alma)