martes, 31 de mayo de 2016

Memorias de Florencio (3)

De a momentos, me dan ganas de tomarme el día. Tomarme el día no solo de mis actividades, esas responsabilidades que van uniendo la vida con momentos de placer y un poco de madrugada que pasa entre mate y mate susurrándome un escritor al oído, como es la respiración de la yerba y me dejo ir en su voz sutil, afrancesada, una seducción que traspasa el tiempo. De a momentos, si, ganas de tomarme el día. Salís de este cuerpo tan sociedad, tierra, aire, experiencia, dolor, silueta y caricias. De a momentos, tomarme el día y dormir en ellas, en las palabras.
Levantarme de madrugada, pronunciar con soberana libertad lo que quiera decir, describir sus tildes y una coma que me separa del mate lleno de predicado que me conduce inevitablemente al sujeto que roza la silueta que formo suavemente con la boca. Un S por ahí, una C que me delata y me besa apasionadamente, una N relativamente exquisita y así me llaman. Una M tan nombre propio y tan puente de a ratos. Una libertad soberana de vivir en la poesía, de hacer el amor ahí misma, sobre los papeles en los que te escribo y sucumbir en sus miles de tipografías, volviéndome así solo un elemento más de mis deseos. Solo un instrumento de ello. De a momentos, tomarme el día y ganas de vivir escribiendo.

Nada más.

Nuné