domingo, 5 de diciembre de 2010

Cuarta carta: desde la fantasía.

Querido Santa Claus: Esta es mi lista, o al menos una parte de ella, quisiera que la leas. No importa mi edad, soy en estas fechas un Peter Pan, una Wendy. Léela con atención, es de suma importancia que mi sentir no pase de largo.

Gracias querido Santa.


Mira, no pido mucho, solo esa agua que cae del manantial y las gotitas que quedan en el, y llenan el espacio vacío del universo.
Un poco de chocolate cada tarde de domingo cuando veo una película de amor.
Tal vez una brisa permanente que me peine cuando lo vaya a buscar, alguna vez.
Si no molesta, sus manos sobre mi rostro acariciándola.
Me encantaría sus ojos fijos en los míos, sin mucho que decir con palabras.
Que bueno sería si las nubes fueran de algodón de azúcar, de esos que se compran en un parque de diversiones. Pero yo iría hasta el cielo y le buscaría un poco, así prueba los dulces que comen los ángeles.
Mira, no es tanto, es un poco más de lo mismo con otras palabras.
Seria genial que leyera estas palabras, así él entendería el todo tan extraño del “de repente”.
Que hermoso un beso de casualidad y yo derretirme como hielo en el desierto dejándome como un charquito que en el un enamorado pone su abrigo para que la dama pase. Ser esa dama.
Mira, no pido mucho, solamente su mano, tenerla como un sapito que duerme así contento.


Me despido, como una simple enamorada de amor: María Antonieta, adolescente.