Cuando no ataca el sueño y se le da por escribir, los rumbos
del corazón caminan por pasadizos secretos, tan desconocidos como la comprensión
del propio ser, sus razones y pasiones contradictorias. Quizá, tan humano. Y
las penumbras son iluminadas vagamente por montañas rusas de momentos, ínfimos instantes,
de una caricia tan cercana y sin la física presencia del otro. Algunas tardes,
si se observa el cielo y las nubes muestran finalmente su forma celestial, quizá,
quizá, encontremos una forma mejor de sentir, la verdadera, el mágico don de
fluir llama a la humanidad a sentir, a flotar, a no ahogarnos en un
vaso de agua.
Las miradas, sin embargo, siguen gritando lo que el corazón calla.
¿Y si el corazón habla cuando no ataca el sueño y se da por
escribir? Quizá.
No importa, mientras caemos nuevamente a la tierra, hay
música. Y ángeles.
By: Micaela Nuné Halacyan
(el arte es un estado del alma)