La antigüedad, resurrección de lo eterno, los espejos que se
superponen y en ellos vuelve la templanza misma, las miradas que se examinan.
Muecas. Las copas de vino sobre la mesa, la vela sangra por sus esquinas
delatadoras, murmullos que resuenan en Paris, la sombra del amante tras la
puerta, el corset y su sensual forma de desvestirse. Los espejos, las caricias.
La solemnidad causa ínfimos estragos de placer, delatoras manos que buscan nuevamente
la copa y torpemente cae sobre la alfombra. Mancha. Quema la vela, su llama
fuego que va muriendo mientras quema la pasión de los amantes ya no tras la puerta,
ya no usando corset. La resurrección de Paris enciende las almas, las miradas
vuelven a encontrase luego de largos años de silencio.
Hablen, tienen tres minutos.
By: Nuné