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Hay un puente iluminado, a los lejos, en su
perfección metafórica deja ver a la Lejana el camino de sus sueños realizados,
miel y té por las noches. Camino de luces amarillas conducen…
No cualquiera, pero ella si, ha viajado por
fin, a tocado suelo ajeno y ahora tan propio de su tierra, tan país celeste y
blanco, un poco de ella queda en cada lugar y creo que te descubre a cada paso.
La Lejana susurra interminable ausencia ya
asumida. Ahora se regodea porque en su lista de inconcebibles momentos por
vivir, éste ha llegado…tan naturalmente. Ella presiente que una fuerza superior
se ha encargado de todo: armar la valija, planificar el viaje, vestir a la luna
de gala para que el viaje de noche sea la perfecta cuna de ensueño y placer de
sentidos.
La Lejana se detuvo frente a la inmensidad,
mezcla de monumento físico y emoción monumental, la foto donde estas parado es
el mismo sitio y ahora ella, tan allí y acá…tan Lejana y…
Parpadea varias veces, creo que te descubre
a cada paso, es lo lógico. El corazón grita de noche, antes de las doce
descansa todo sin remordimientos, al tocar las estrellas la ventana que desnuda
la habitación, el corazón de la Lejana se enciende de pasión y abrazos
furtivos, de pensamientos inconclusos y miedos absurdos.
¿Por qué temes tanto Lejana?
La Maga la interroga, la otra responde y la
Maga vuelve a preguntar…y la otra responde. Y así sucesivas veces. Luego,
aparece el Fantasma, aquel que en noches de insomnio y desasosiego suele salvar
a la Lejana de hundirse en ella misma y ser tan ella que se quede en si por
efímeros momentos entre abrazos, miel…camino de luces amarillas conduce… Hay un
puente.
Tenerte cerquísima, creo que nunca tanto.
Eso desesperaba a la Lejana, la Maga la miraba y la consolaba, la tranquilizaba,
eran momentos rapidísimos…sucedía un llorisqueo, luego se sonaba la nariz
enérgicamente, se ponía una mano en el pecho, lo sentía agrandarse al respirar
y se relajaba. Aunque no lloro, y no lloraría. Solo de emoción sí, de lograrlo.
De tocar suelo de…hay un puente…un camino de luces amarillas conduce… ¿Sabes?
Los placeres de un té o un café, cualquier
infusión descansa con alegría sobre la lengua de la Lejana, no se priva de
ningún sabor que encierre el arte culinario…un poco acá, un restaurant allá, un
té por allí, la delicia de los sabores en masa y frutas secas que se amontonan
todas juntas y crocantes hacen una fiesta en su boca. La Lejana con la lengua
se moja a penas los labios…creo que...
Hay un puente…luces amarillas.
By: Micaela Nuné Halacyan
(el arte es un estado del alma)