lunes, 20 de diciembre de 2010

Quinta carta: cantito para el corazón.

Querido: Cuando pienso mínimamente en que tu mente piensa en mi, y me recuerda, tal vez como un vago recuerdo, la bruja de la historia, la incógnita más grande, el amor de tu vida quien sabe…se me regodea el alma de alegría y sonrío, sonrío tiernamente, un poquito, pero sonrío. Y se me llenan los espacios vacíos, esos mínimos espacios, de ti, de la esperanza, de la remota posibilidad y la única oportunidad.
Se me corta la respiración, y todo lo que sigue luego solo lo puedo entender yo. Y ahora me miras y me esquivas. Todo lo que nubla tu mente es la duda y la incertidumbre. De esa cara que no vez, y la otra aquella, que vaya a saber Dios que tan linda es.
Si te llegas a ir, me llevas contigo?, solo seré ese bichito escondido en tu maleta. Pero de todas las cosas que quiero, es verte de una vez, poder verte otra vez. Te quiero ver, porque te quiero a vos y te quiero tanto. Y no lo sabes, y si lo sospechas no basta, quiero decírtelo, que mis palabras te atraviesen, que te tomen los escalofríos, te recorran la mariposas, te sientas en plena luz y sepas que hay alguien que te quiere en el mundo, pero lo hace de manera singular, como solo yo se querer. Así, tierna y enamorada.
Déjame ser aquella que brilla contigo en la mañana, cuando no sabes qué hacer. Déjame ser aquella que brilla contigo y podremos desaparecer.




Y así me despido, recordándome cada noche: todo gesto de amor es vano si no va acompañado por la desesperación.