domingo, 27 de marzo de 2016

Viajo (1)

Cierro mis ojos. Viajo. 
Los abro. Tengo miles de estrellas sobre mi, se amontonan unas con otras, acariciándose, susurrando secretos imposibles de escuchar, algunas se hacen desear se escabullen. Son tantas. Creo poder alcanzar el cielo con las manos, miro su reflejo tapando algunas de ellas entre mis dedos. Las estelas de luz esparcidas como manchas muy suaves y cálidas me intimidan la sensibilidad de todo lo que conocí hasta el momento. Sonrió. Mi cuerpo descansa sobre algo rojo, con las piernas cruzadas. Olor a campo y cigarrillo. La tierra bajo nuestros pies nos incitaba a caminar un poco más allá de todo lo visible. La obscuridad se apoderaba del sinuoso camino entre plantas inmensas y experiencia nueva. Para mí. Claro. Respiro suavemente, apreciando cada sonido que me cosquillea los sentidos, el aroma del lugar, tierra. Madre tierra, madre soltera. Sonrío. Creo haber soñado algo así, la inmensidad del momento me tomo entre sus brazos y me acunaba con dulzura. Otra vez. Olor a cigarrillo. Silencio a mi lado. Pura admiración y paz.
- Cuando necesito pensar, vengo acá.
- Ojalá tuviera un lugar así.
Se acerca a toda velocidad un sonido que me estremecía, no podía ver. No quería girar. La comodidad me invadía. Cuatro ruedas a nuestro lado, todo el polvo encima. Tan madre tierra. Bendición de ella, supongo. Miro una vez más cada una de las estrellas, no había luna. Las recuerdo. Fotografío el instante con mis ojos, supe que sería poesía cuando llegara el momento de inmortalizarlas en palabras, como ellas lo están siempre en el universo. Siempre, a nuestro favor.
Cierro los ojos. Vuelvo. 



Nuné