sábado, 4 de junio de 2016

Memorias de Florencio (4)

-          - Hablemos de revolución – propuso, y me quede sentadita, quieta frente a él lleno de sabiduría, exquisita seducción de sus años aquellos, profesor del saber, un poco soberbio en su más íntima fibra, pero tan humilde como las hojas que se dejan ir en el otoño y le dan paso a nuevas constelaciones.
Acomodé la manta sobre mis hombros, relajados, me rasque la punta de la nariz mirando por la ventana, lluvia tupida, helada. Hace tiempo y frío esperaba este momento. Sostuve entre mis manos para calentarlas el té que me sirvió. Luego, acomodándose en el sillón con sus grandes anteojos de aires malabares y desconcierto del amor me sonrió dulcemente, tosió para acomodarse la voz, siempre le dije que amaba su acento porteño tan afrancesado, sin embargo él discutía que las lenguas madres se vuelven otras, se mezclan y unen hasta que finalmente, en el último suspiro antes de la tan ansiada muerte, nos damos cuenta verdaderamente, de donde somos. Por nuestra forma de hablar.
Comenzó…
-          Si, la revolución. Es una recortada ruta rememorando siempre la riquísima re acumulación de lo que los pueblos han querido lograr para liberarse de repudiantes seres que en reiteradas ocasiones acercan el hocico a la patria libre de ataduras dictadas por renombrados dictadores. Pero la revolución es más que eso. Aprenderemos a ver la revolución como su palabra lo indica.
Re – super, muy
Vo – Volumen, voluminoso, voltereta
Lu – luz, luciérnaga, lucidez, lumínico
Ción – (demasiadas cosas juntas)
La revolución es el ron en Cuba, haciéndole el amor a las dictaduras que nunca dejar de estar, es la vida misma expresándose con las alas llenas de luz, aparecen en instantes sublimes donde las voces se escuchan de alguna forma. Subimos el volumen de todo lo existente a defender, creamos con ello el camino ansiado a la superación y liberación plexoriana, palabra inventada por mí, claro quería ¿Sabes lo que es el plexo solar? Ya hablaremos de eso.
Nacemos luciérnagas pero las banalizaciones nos dejan a un lado. Viendo solamente un Paris hermoso, inundado, donde la poética come la ética y no pensamos en el sufrimiento sino en el lujoso sentimiento de estar encerrados en una habitación dando a Eiffel que nos mira con recelo, cansado de tantas adulaciones. Un deseo absolutamente fantástico que no roza nuestra realidad. Porque allá se viva, acá se anda soñando siempre y acariciamos sin asco. La revolución se muestra inminente ante el desgarro de lo inhumano que podemos llegar a ser. Entonces, en Buenos Aires, nos miramos al espejo y nos recriminamos lo malvado del sentir.
Si tenes suerte, la revolución toca tu puerta y te deja desnuda, llena de tatuajes y experiencias. Ojala vos tengas toda esa revolución que esperas querida. Mi pequeña aprendiz.
Pero voy a darte eso que queres oír, más allá de esto. Porque la revolución también se vale por si sola teniendo vida propia, hasta un departamento a su nombre asomándose por Olazábal tiene, bebiendo café en la esquina los días de lluvia donde, dicen, es mejor usar gafas de sol, no vaya a ser que un arcoíris nos deslumbre la realidad.

La revolución es un cambio total de paradigmas donde no hay espacio para mentiras. Por supuesto que hablo de la verdadera, no de la falsa. Si, en tus ojos veo la pregunta. No hace falta que gastes ahora tu dulce voz, te leo. Querida, la revolución toca desde lo más profundo, ni las hojas que escribiste durante años entienden mejor el manojo de despiadados que han querido morder hasta la sangre tu cuello inundado de perfumes y dolor de garganta por tantas palabras no dichas. Quizá, ahora que lo pienso digo…París, así, tan cansadora eterna, ¿no estará inundada porque se cansó del silencio y comenzó a llorar, sin dar abasto sus pañuelos aduladores? Quizá. O puede que estén besándola tanto, que la emoción hace que seamos inhumanos y poeticemos la ética de ser tan balcón y puente sin darnos cuenta que afuera sigue lloviendo, hace tiempo, y frío.

Nuné