Donde se une el cielo y el mar. Allí moran los
pensamientos más secretos de una persona. Sucede que uno no lo sabe.
Remamos
en un bote y el agua esta llena de flores blancas, nosotros vestido de blanco también.
Nos animamos a sonreír y mirar al sol. A mi me gusta verte sonreír. Me encanta
tanto que se vuelve prohibido.
Y
volvemos a concentrarnos en las inmensidades del universo, sabiendo que no hay
ser como nosotros, ni como ellos. Y a la vez somos pequeños en comparación con
olas gigantes que nos bañan en belleza.
Entonces
decidimos dejarnos fluir, porque el cansador movimiento de nuestros brazos
remando hace que no lleguemos a ningún lado. Nos miramos, asentimos y nos sonreímos. Tiramos los remos por los costados y miramos al cielo, inmenso caramelo
celeste. Dejamos que la brisa nos lleve donde quiera.
Te acercas
un poco más, me acaricias la mejilla izquierda. Y todo no puede ser tan
perfecto que incluso la brisa baila nuestro bote, llevándonos a lugares
desconocidos.
Finalmente,
cierro los ojos e inspiro fragancias dulces mezcladas con un poco de vos, del
tiempo y tal vez la soledad, que nunca nos abandona. Siempre nos acompaña.
By: Micaela