Las pasantías del tiempo
requieren una experiencia exacta, se recuerda en lo inmediato, la esencia del
pasado, se procesa y analiza como tal, es tan delicioso como suicida. Aunque
todo depende del recuerdo inmediato que tengamos.
Para detectar tales
circunstancias, se debe estar haciendo algo verdaderamente importante, estar
ocupado, pensando en lo que se debe hacer y como. Solo allí aparecerá aquel
recuerdo pasado que no teníamos presente, por claras razones.
Se presenta de un momento a
otro, se siente exactamente un balde de agua helada que le tiran a uno encima
sobre la cara, el cuerpo, la ropa, y usted se pregunta: ¿Por qué aquí y ahora? Ya
me he bañado.
Pero claro, usted no
sospechaba que el recuerdo agazapado y entre tinieblas, se escondía divertido
en ocupaciones importantísimas que no puede dejar sin terminar, pero ahora son
dos los problemas: el recuerdo inmediato con una acumulación de sentimientos,
ganas de reír y de llorar, aquel pañuelito de la tarde en Abril que se encontraba
en el piso y dos manos se unían y tocaban a penas para luego conocerse, y que
no puede dejar sus tareas, que su jefe esta por entrar, se toma la libertad de proferir una delicada y poética serie de insultos, la impresora no anda,
que la impotencia se apodera de uno, le pueden temblar las manos, se le puede llegar a saltar un lagrimón o
una risa descocada haciendo que en el preciso instante en el que entra el jefe,
usted consigue la última copia. Claro, se da vuelta asustado y su jefe lo mira,
mezcla de pena y con un pensamiento de: “que persona tan responsable, que entre
lágrima y risa quería lograr a toda costa entregarme el trabajo a tiempo. Bah,
es un exagerado.”
Injusticias de la mente, vio
usted.
By: Micaela Nuné Halacyan
(el arte es un estado del alma)