domingo, 12 de junio de 2011

Brisas que invaden.

Nunca te sucedió de temblar?. Si, de frío. Si, de cansancio. Si, de escalofrío. Si, de miedo. Si, de tanto odio.

Nunca te sucedió de temblar. Temblar de amor?

No, no sabes lo que es. Pasas por todos los estados anteriores, cuando empezás a templar las piernas no te responden, los labios se te paralizan, las manos se vuelven de mármol y frías al propio tacto y sentir. Se te cansa la espalda, se te tensiona, el escalofrío corre por el corazón y a veces sucedes que te reís en una seguidilla de carcajada y no podes controlarte.

Nunca?

A mi, se me daba por temblar cuando me hablaba, me sonreía o (en esta era tecnológica) se “conectaba”.

Era algo irreal, algo que iba más allá de mi cuerpo y las piernas me dolían, y me sudaban las manos, respiraba varias veces para volver en si. Me sentaba bien, o me acomodaba estuviera donde este. No sabía exactamente que hacer y el corazón se me iba de las manos en el palpitar constante. Sentía que me dolía de tan fuerte que latía, era algo que jamás se puede olvidar, como el corazón traspasa todo el cuerpo, toda la esencia, al alma se le va de las manos. El corazón se te consume en nervios, toses y te ahogas, pero sonreís. Al mismo tiempo de todo, seguís sonriendo.

Pero eso sucedió hace tiempo, el tiempo suficiente como para admirar esos recuerdos.

El amor causa eso, le sonreís a cualquier malestar que te invada el cuerpo, y todo se trasforma en luz.

El amor sana. Pero para eso el amor debe ser sano. No una relación enfermiza.

Abrí los ojos, y pensá si realmente te estas llenando de esa luz que irradia el amor, o si simplemente la estas inventando.

Esa luz en el paso del tiempo no se va, el amor tampoco, puede que la persona se aleje, pero la esencia y el recuerdo esta. Las almas se vuelven a buscar, asíque no es necesario desesperar y dramatizar.

Sociedad enamorada: no dramatices más. El corazón no tiene expiración, solamente siente. Depende de nosotros escucharlo o no.

Y aunque no lo entiendan, tiene mas razón de lo que se cree.

M♪camelí.

Sonreí.me así la inmortalizo.

La sencillez pulida tiene un punto de excentricidad que seduce ante los ojos que admiran el florecer de las nacientes cosas del alma que interceden desde aquellas cosas tan pasadas como una flor amarilla y un vestido a rajas. Yo creo que en mi incredulidad y en mi manifestable plenitud que se sumerge varias veces en la incomparable inocencia, creo que aún hoy, ahora o tal vez ayer, si creo que ayer, si ayer…bueno prosigo, que aún ayer pude verte a través de mi ventana y creo ver que me saludas. Pero no, es una ilusión óptica, no me saludas.

Pero hay algo real en esta historia, yo te sigo sonriendo desde mi ventana y tal vez algún día puedas verme y te rías de mí y así reírnos juntos de la risa misma que causa reírse de uno mismo.

Sin compromiso, por supuesto, pero reírnos.

M♪camelí.

Una página más.

Las palabras surgían de manera inmediata, sin temblores en los labios que las pronunciaban, invadían los oídos que al fin se habían dignado en escucharlas. Después de tanto, y más de un año ella suspiraba palabras y sus ideales seducían al compás de las bombas que caían a su alrededor, las balas que atravesaban los cuerpos, de un momento al otro todo eso dejo de afectar sus corazones. Un minuto que duro tanto como la misma eternidad infinita de lo que no tiene fin.

Se acerco, y a una rapidez demasiado lenta le beso la frente como cuidándola de todo mal, y ella cerro los ojos. Su rostro fue bajando y acariciaba todo a su paso, mismo los labios de aquella joven. Los labios a penas se rozaban como un par de manos que se despiden y se van soltando mientras uno se aleja del otro, con toda esa suavidad y desesperación.

Antes del desacate y la confirmación ella se levanta enérgica y se para frente a la puerta de salida, las campanadas habían sonado, era momento de retirarse de aquella alcoba a oscuras. Demasiado pequeña para almas tan grandes.

Él la siguió y la sorprendió detrás. Y una vez más y con la misma lentitud devastadora y seductora se acerco y ella se dejo llevar por el silencio y sus respiraciones como melodía única de aquella salvación en medio de tanto sufrimiento.

Y por fin sus labios de encontraron en la oscuridad que los abrazaba. Las siluetas se distinguían. Pero allí no había dos personas, de repente todo se aclaro y parecían una, una sola.

Sin más remedio, abrió la puerta y la luz delato el rostro de la joven, que infraganti y sin nada que esconder en realidad, abandonó la habitación en la cual, y por fin, había dado su primer beso, ese si contaba.

Ana Frank saluda a todos los integrantes de su familia, y también a los huéspedes. Y sin nada que decir, se dirige con el corazón dando saltos a su habitación.

M♪camelí.