-Marie? Mariee? … Maarie?
(entre susurros) Marí mía, despertate.
(Desperezándose, abriendo los ojos con la luz del sol, ventanas
abiertas y la casa antigua)
- ¿Por qué me despertaste?
Al fin me hablaba y ahora ya estoy despierta, ahora ya es la realidad y
soñando me hablaba por fin. ¿Qué querés?
- Besarte, con tus ojos abiertos.
- Bueno, pero después déjame dormir un rato más, por fin me
hablaba.
Los momentos del alma suelen ser escasos, en esos casos. Acostumbrados a
vivirlos tan apresuradamente, con las sábanas despeinadas y almohadas tiradas. Siempre
le repetía secretamente al oído (aunque en realidad era una dulce, dulce, dulce
de esas canciones suyas) –“Desordené átomos tuyos para hacerte aparecer…”
Sin darse cuenta que nunca se fue, que Marie se convierte en
tatuaje y nueva religión. Y si acaso se miraran al espejo, desnudos entre
antiguos remordimientos perdonándose los pasados y aceptando tantos presentes.
Le susurra desde un puente, vaya a saber cuál, a estas
alturas, tan de noche y madrugada el cigarrillo que nunca probó y los besos que
faltan dar, le confiesa: -“Adorable puente se ha creado entre…”
Faltaban, los dos.
By: Micaela Nuné Halacyan
(el arte es un estado del alma)