Es agradable admirarte en la vaga imagen ilusionada que mi mente recrea de tu piel, tus manos. Casi puedo sentir la calida brisa que irradian tus ojos claros. Y allí, en mis sueños sumergirme en tus brazos, en donde quepo perfectamente. Están hechos a la medida justa de mi cuerpo. Solo el mío. Entonces en mis fantasías tú me sonríes y parpadeas lentamente. Admirando yo, cada parte de su ser te acaricio tu risa con mi nariz fría, y la brisa me despeina.
Y cuando menos me lo espero, mientras descanso en tu alma, te acercas más a mi y me susurras al oído…
RIIN
Abrí los ojos bruscamente –maldita sea, maldito reloj. Seis de la mañana- el frío hace que me acurruque más en las frazadas que cubren todo lo que soy. –No no, volvé, volvé susurro.
-Hija, levántate –grita con cariño mi madre.
-Bien…podría escribir algo mejor…- pienso –no, quiero que vuelvas, a susurrarme al oído como cada noche!
-Hija!
-Ya voy! Esta bien, te perdono por dejarme tu fragancia y llevarte los colores de tu imagen, pero vuelve en la noche, te suplico. –entonces salí de mi cama y algo extraño me sucedía, mi cuerpo no sentía el frío lógico. Sentía unos brazos cálidos rodeando mi espalda y bajando por mi cintura.
Me limite a sonreír.
By: Micaela