Me siento, no sé. Todo me roza. Nada me toca. Mejor dicho,
pocas cosas lo hacen directamente. No por elección propia sino porque
simplemente, no pasa en mi mismo suelo. Me siento un poco inútil. Quizá si
fuera un soldado voluntario, otra vez, saldría a defenderlo todo. Pero en esta
vida soy esto. Soy un soldado desde lo más profundo del corazón. Siempre la
poética. Quizá esa sea mi arma. La palabra.
Físicamente, me siento inútil. Allá mueren. Mueren miles de
inocentes en unos pocos días. Abatidos, destruidos, casas arrasadas. Niños,
mujeres, jóvenes, hombres, ancianos, mascotas, dignidades, sueños, esperanzas…asesinados.
Almas que se elevan majestuosas, miles de ellas, sin terminar sus vidas
dignamente como ancianos en sillas reclinables. Ojos de orgullo y emoción mirando
su pasado, sintiendo sus vidas atravesarlos como una brisa veraniega que les
llega de tiempos aquellos. Susurros. Orgullosos de haber amado, haber
triunfado, fracasado…de simplemente haberlo intentado. Porque así es la vida.
Eso también es parte. Pero no. Mueren. En un abrir y cerrar de ojos, arrancarle
el cuerpo, desprenderse el alma ¿dónde estoy? ¿Qué pasa…nadie me ve..? Me
elevo.
En Nagorno Karabaj están matando ciudadanos, civiles,
armenios y vaya a saber Dios cuantas víctimas, personas inocentes más. Estoy acá,
inútil. Lo único que puedo hacer es ir a una marcha de gran convocatoria,
caminar entre gritos, canciones, bombos y escalofríos cuadras larguísimas. Ni
siquiera se si me va a caer una lluvia encima bendiciéndome completamente.
Antepasados. Marchar. Llegar a una embajada toda vallada. Allá mueren. Acá
gritamos. Allá mueren. Acá cantamos. Allá mueren…siento una mano en mi hombro
derecho. Todo se silencia, cierro los ojos:
Vahan: ¿Qué te apena tanto?
Todo. Todo lo que siento.
Vahan: Te entiendo, viví en carne propia el destierro, el
exilio, la vida de mis hermanos.
¿Qué se hace…? La impunidad me supera, el mundo va para
cualquier lado. Acá, allá, norte, sur…¿qué hago? ¿Tengo que amar, odiar,
respetar, vengarme de los enemigos de mi sangre, de los asesinos de mi pueblo?
Vahan: No. Nunca seas igual que ellos. La justicia y el amor
es lo que tiene que mover tu vida siempre. La justicia es divinidad. La
divinidad está del lado de los justos aunque no lo parezca. Nos ama. El
universo. No seas igual que ellos. No seas igual que los turcos.
Acá cantamos. Allá mueren. Acá pedimos justicia y el cese al
juego…allá llegan las voces de la diáspora.
Acá sonrío un poco. Acá escribo y no me siento tan inútil.
Acá acepto mi pasado, mi presente y mi ahora, por eso se que no voy
arrepentirme en el futuro. Quizá ya me convertí en soldado de mis ideales, y
nunca me di cuenta.
No importa. Mi bisabuelo está siempre al lado mío, recordándome
lo esencial de la vida más allá de cualquier pensar.
Ama, con toda tu alma.
Nuné