sábado, 9 de abril de 2011

Claroscuro.

Era el instante más perfecto en el que los amantes se encontraban en el fin de la ruina, a la orilla de la escalera que llegaba hasta el último piso en el que el suicidio no era una elección, sino que tal vez un simple resbalón te empujaba por la espalda y sin testigos salía caminando de la torre una sombra con sombrero. Sin nombres, sin preguntas…el silencio inundó esa calle de Buenos Aires.

M♪camelí.

Aires.

A tientas te busco en la oscuridad, y encuentro tus manos, las tomo y ellas me encarcelan en ti. Encuentro esa suma de tu boca con el sabor a vino fresco de la velada con estrellas que nos miraban. Tus ojos, a tientas los beso torpemente y te libero de todo lo que te cansa, lo negativo que silenciosamente descansa en tu alma. Beso tu silueta y me inundo en la melancolía de los suspiros de una poesía que se la regalo al viento y mi ser queda contento, quedo así, como un remanso de pétalos que tiñen el universo con la fragancia mas dulce y un rosado rococó que viste mi alma, y mi aurora poco a poco se pinta mas de un blanco bodas.

M♪camelí.

Vitalidad de la existencia

La mano que traza sin miedo las confecciones es la que realmente vale. El corazón se desenreda, se abre como una flor en primavera y se despoja de toda sensación que agota los sentidos del alma. La mano que me delata es la mía. Sin asco te confiesa que hay un espíritu de grandeza y honor ante el amor que es más vieja que la humedad. Nadie podría detener los valores del corazón.

Debo confesarte esta noche, la triste realidad, que agobia la mano que en este preciso momento me delata: mi alma se viste de dama antigua y se abanica seduciéndote, me ves ahí parada en tu puerta. Realmente me ves?

M♪camelí.