Generalmente
se desviste de noche. A la Maga no le importa, siempre tiene la cortina cremita
tapando cada rincón de la ventana. Suele vestir seda, solo necesita bajar los
breteles del vestido para que éste, en una ceremoniosa y rutinaria escena se
deslice por su cuerpo blanquísimo, descubriendo pequeñas imperfecciones en su
piel pero mínimos e inútiles al contacto, en realidad.
Vaga por su
habitación de un lugar a otro, se pone perfume detrás de sus orejas, primero se
acerca el frasco a la nariz y aspira cerrando los ojos. Rosas. Y luego con el
dedo índice, mojando la punta de éste acaricia apenas detrás de cada oreja. Luego
cierra el frasco con la misma ceremonia que se desviste. Ella es así.
La hora de
la Maga siempre es de noche, se alimenta de estrellas y lunas que cambian de
forma conforme pasan los días. Siempre la descubre recostada en la cama mirando
el techo con su cabeza un poco inclinada hacia la ventana y los ojos fijos en
el cielo.
La Maga
habla en voz alta, sola. Habla con su Lejana. Claro, porque no les he contado,
la Maga es el alma de la Lejana, ella le a puesto nombre a su luz interior. Sin
embargo, vive historias tan fascinantes como la otra en el puente, a veces
vestida de rojo sino de…
La Maga
derrama una lágrima sobre la almohada, se sumerge en mundos paralelos. Pide a
gritos que la Lejana camine, lo necesita, de un extremo a otro para poder mirar
todo el panorama de su alma. La Maga sabe bien, por eso siempre le ruega…la
Lejana sabe curar los males del corazón.
La Maga
cierra los ojos, y recuerda su último pensamiento…siempre el mismo.
Dulces
sueños Maga, dulces sueños –le susurran.
By: Micaela Nuné Halacyan
(el arte es un estado del alma)