sábado, 13 de agosto de 2011

Sedas de mi piel.

Mis auriculares son extremadamente grandes y cubren mis orejas en su totalidad. Creo que me siento volar. La música me eleva majestuosamente a sensaciones que pocas veces siento.
Es como un éxtasis de lazos que me acarician mientras el viento los hace flamear por el campo en el cual me encuentro mientras corro por los pastizales que me rozan las piernas y mi vestido danza con las flores que me acarician los pies.
Puedo transportarme, esta música me hace reír el alma. Me hace cosquillas. Dentro de mis oídos entran notas musicales de seda que, inevitablemente, logran que mis parpados parpadeen más lentamente mientras disfruto el dulce sabor de estar sentada en la cama pero sentirme fuera de mi. 
Puedo sentirme en el lugar que quiera. 
Ahora, por ejemplo, me encuentro corriendo en un atardecer que me mira seduciendome y yo corro libre, casi me despego del suelo, casi puedo volar. Mi sonrisa sale sin que nadie la detenga, mis brazos se dejan llevar por mi cuerpo que baila con el viento que me envuelve en pequeñas ráfagas y hace que cada parte de mi se convierta en pétalos. Y así, con el paso de mis pies se van desprendiendo pétalos de mi piel que me conforman, y los últimos de ellos salen de mis labios.
Y allí me encuentro yo, como pétalos esparcidos en el lugar más maravilloso que puedo estar. En el paraíso de mis infinitos sueños.
By: Micaela