Conforme pasan los días, mi alma devela intrigas que
rodean mi existencia. No es algo pasajero, es algo que sostiene mi esencia en
el tiempo. Es eterno e infinito, como el Universo.
Cierta vez viajando a mi casa en transporte publico,
algo típico de Buenos Aires, mirando por la ventana perdida en las imágenes que
se sucedían unas tras otra de lo exterior, lo que solo era escenario, tomo
suavemente mi collar, del cual colgaba una mariposa de plata. Tenia el tamaño
perfecto para que luciera bien, brillaba sin que le de el sol. Acariciando la
mariposa que colgaba de mi, dije de forma natural: “de un lado mi alma, del
otro la mariposa”. Quede estupefacta, comencé a sonreír sabiendo que había
descubierto algo único, pero no supe interpretarlo en ese momento.
Pasaron dos años, meses, semanas y días. La señales
comenzaron a aparecer en mi camino mas vividamente, y de pronto durante varias
semanas en distintos instantes aparecía una mariposa que danzaba delante de mi,
como hablándome. Lo sabia, pero no terminaba de cerrar el circulo.
Sin embargo,
volviendo una vez más a casa, esta vez caminando, con la noche sobre mi y la
brisa fresca soplando lejana lo comprendí. Descubrí que las señales de las
mariposas tienen un mensaje. A veces no se entender con exactas palabras que
quieren transmitirme, pero hay algo en la transformación misma de ellas, algo
en la transmutación. De manera natural, esa noche caminando a casa lo supe, y comencé
a decir: “yo soy la mariposa, mi alma es energía
pura. Se que vine ante todo a trasmutar el karma a dharma. Yo soy. Yo soy la
mariposa, Dios me cuida a través de ellas y me muestra que Yo soy, aquí y
ahora.”
Entonces lo entendí con paz, lagrimas en mis ojos y
una felicidad inmensa, el verdadero viaje que siempre estoy haciendo en
cualquier lugar o momento es siempre a la misma casa. A mi casa almica, la
verdadera luz que habita en mi. La que es eterna e infinita, como el Universo.
By: Micaela Nuné Halacyan
(el arte es un estado del alma)