domingo, 3 de abril de 2011

Las estatuas.

En el jardín de Brighton, colegio de señoritas, hay dos estatuas: la de la fundadora y la del profesor más famoso. Cierta noche -todo el colegio, dormido- una estudiante traviesa salió a escondidas de su dormitorio y pintó sobre el suelo, entre ambos pedestales, huellas de pasos: leves pasos de mujer, decididos pasos de hombre que se encuentran en la glorieta y se hacen el amor a la hora de los fantasmas. Después se retiró con el mismo sigilo, regodeándose por adelantado. A esperar que el jardín se llene de gente. ¡Las caras que pondrán! Cuando al día siguiente fue a gozar la broma vio que las huellas habían sido lavadas y restregadas: algo sucias de pintura le quedaron las manos a la estatua de la señorita fundadora.

de: Enrique Anderson Imbert

Cuento fantástico .

Una mujer está sentada sola en una casa. Sabe que no hay nadie más en el mundo: todos los otros seres han muerto. Y entonces, golpean a la puerta.

Mi rayuela hasta el cielo.

Tenés ese “que se yo” que me inspira al leerte, inevitablemente tu poesía y palabras abstractas atraen toda mi atención, o cuando escucho tu nombre, o reconozco una parte de tu arte innato, ese que llevas en la pluma con la que trazas infinitos sentimientos.

Están ahí, las palabras acertadas cuando a mi se me acaba el diccionario de la poesía. Y los ojos que te juzgan tienen la variedad más grande para hacerlo, cada uno te entiende, te lee y te siente como mejor le llegue al alma. Tu poesía es un camaleón de la sociedad que arrastra tu propia visión de las cosas y que solo unos pocos comprenden.

Ni por dado todo, ni perdidas palabras, nada, todo es un conjunto de soluciones posibles si te leo y necesito recursos para cerrar mis ideas.

Cuando el aplastamiento de gotas se vuelve una canción de lluvia y miro por la ventana a aquellas, con la panza que les pesa y caen suicidándose, o las que miran desde arriba y se tiran sin miedo. Cuando el breve amor resulta ser eterno en manos que nadie quiere y todo queda a la deriva del entendimiento poético. Cuando esta ternura pregunta que hacer con ella misma, cuando nadie la reclama y que con el tiempo, se marchita.

Tu café, en los bares de Paris frente a una ventana y el cigarrillo en la mano pensando en la crueldad de las cosas y como el goce del amor soluciona cualquier problema. Ya te veo ahí, soltando el humor entrecerrando los ojos, mirando al cielo y volver a caer en la cuenta de que seguís vivo y tu mente jamás deja de pensar.

Tengo solo estos tres minutos para escribirte lo placentero que resulta leer tu nombre en la calle, en libros y queridas bibliotecas. Al recordar la poesía que tanto me ayuda a comprender y tiene contenidos justos para cualquier momento que necesite un incentivo poético, un auto entendimiento, una frase que cruza todos los océanos.. Cuando lo necesito se donde buscar… “Selección Julio Cortázar”.

M♪camelí.

Deshoras.

No hay nada que concuerde exactamente con todo eso tan todo de mi, que en su totalidad esta totalmente con todo aquello que no puedo terminar de explicar. El todo al que una vez me auto aferré quedo al lado del camino, por la ruta misma del silencio que recorre el universo y sus infinitos misterios. Mi totalidad no la veo ni yo, tal vez mi todo me lo ayudes a ver vos, seas quien seas, estés donde estés. Cada vez importa menos. O solo cada vez importa más y a mi me resulta fácil decir “menos”. No lo se, eso se encuentra en la totalidad de mi todo que si me preguntan, todo esto no tendría sentido sin todo lo demás.

M♪camelí.