Llueve suavemente contra mi ventana, con la perfecta armonía
de un acordeón melancólico y un Buenos Aires gris. Tan cubierto de nubes que ni
ella se reconoce. Sin embargo se baña, le gusta, cierra los ojos, Buenos Aires
disfruta. Sus ríos están con un impulso de olas pequeñas que se levantan, la
seducen y rompen en alguna pared.
Buenos Aires es así, tempestuoso desde sus climas hasta los
corazones que la conforman. Todo es intenso, el ir y venir, las brisas, el café
de la esquina, las prostitutas por la noche, los amores únicos, la Boca y sus colores son,
incluso, intensos.
Algunos se atrevieron a desafiarla, dijeron que no valía la pena, que era una simple
pordiosera. Se equivocaron. Los mismos labios que mencionaron tales palabras
besaron las paredes de la tasa más antigua del bar de Buenos Aires y con tan
solo respirar su poesía se volvieron tan intensos como ella.
By: Nuné Halacyan
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[Gracias por dejarme una caricia al alma]