lunes, 11 de julio de 2011

Libertades innombrables.

Mis manos sudan frío helado, se van congelando de a poco, gotitas de sal que caen de mis falanges, una por una, y van y caen. Y se escucha un suspiro cuando se encuentran en las hojas que las delatan. Las hojas son celosas. Celan a mis dedos, porque ellos si pueden hablar y llorar, las hojas solo son testigos de sus emociones.

Entonces ahí las ves, las hojas parpadean y con un fugaz movimiento se escapan por la ventana, pero mis dedos están fríos. No alcanzan a tomarlas de esa puntita. Se cierran en puño lamentándose por dejarlas escapar.

Ha quedado una sola hoja sobre el escritorio, pero otra brisa se la lleva también, la deja libre, libre. Mis dedos alcanzan a tocarla, pero la celosa se limita a rozarme y me lastima. De repente gotitas de sangre manchan el piso de mármol bajo mis pies desnudos. Mis uñas pintadas.

Las miro alejarse, mientras me llevo el dedo a la boca y succiono la sangre mientras me curo lentamente. Las hojas son libres, ahora si. Recorrerán el mundo, y el mundo mismo las leerá. Dejarán los celosas, dejarán la envidia, tal vez algún día vuelvan a mi.

Aquellas palabras que sellé en ellas como un regalo para su existencia ahora se alejan de mí. Sin mis dedos ellas solo servirían para otro escritor delirante lleno de emociones, bohemio. Pobre bohemio. Pobre de mí. Con tanto sentimiento, y sin embargo…

Y allí van, se elevan majestuosamente por el firmamento que con las últimas señales de sol las alumbran. Todos las leerán, todos. Tal vez las admiren y las exhiban en una vidriera. Tal vez lo que en ellas cuenta sea lo más famoso del mundo. Tal vez terminen en un museo, por su intrigante y excelentísimas palabras, tal vez terminen en un museo como un tesoro mítico de no saber quien escribió tan fascinantes revelaciones del alma y del ser. Tal vez un persona, tal vez los mismo ángeles?

Nadie sabrá…

Olvidé firmarlas, aunque ahora que lo medito más detalladamente, creo que ellas escaparon antes de poder definirme como lo que verdaderamente soy.

Ahora, solo seré una hoja blanca en el viento, sin testigos, ni palabras, ni una firma que reconfirme que por fin, cuando me había descubierto como un alma desnuda y trasparente…se me fue de las manos, mi propia existencia.

By: Micaela

No hay comentarios:

Publicar un comentario

[Gracias por dejarme una caricia al alma]