Se volvió loco por esa textura de intimidad porosa, que recorría la yema de los dedos y la excéntrica experiencia de acercarse lentamente al cuadro con forma rectangular y de tamaño exagerado para el espacio que ocupaba y mirar de cerca con detalle minucioso. Pero esos dedos, las falanges extenuadas ahí, en la tela, inmóvil, en algún otro lado las había contemplado, sentido y hasta admirado. Frunció el ceño, confuso.
Volviendo a su casa tropezó y cayó de rodillas al suelo, se sostuvo con las manos, medio tambaleante y adolorido se levantó y limpiándose el pantalón, ahora roto, y las manos, las contempló más atentamente y sintió que las conocía, que quizá un artista cualquiera, tal vez una apasionada, las observó un día e inmortalizó en algún cuadro de tamaño exagerado.
Volviendo a su casa tropezó y cayó de rodillas al suelo, se sostuvo con las manos, medio tambaleante y adolorido se levantó y limpiándose el pantalón, ahora roto, y las manos, las contempló más atentamente y sintió que las conocía, que quizá un artista cualquiera, tal vez una apasionada, las observó un día e inmortalizó en algún cuadro de tamaño exagerado.
By: Micaela Nuné Halacyan
(el arte es un estado del alma)
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