domingo, 12 de junio de 2011

Una página más.

Las palabras surgían de manera inmediata, sin temblores en los labios que las pronunciaban, invadían los oídos que al fin se habían dignado en escucharlas. Después de tanto, y más de un año ella suspiraba palabras y sus ideales seducían al compás de las bombas que caían a su alrededor, las balas que atravesaban los cuerpos, de un momento al otro todo eso dejo de afectar sus corazones. Un minuto que duro tanto como la misma eternidad infinita de lo que no tiene fin.

Se acerco, y a una rapidez demasiado lenta le beso la frente como cuidándola de todo mal, y ella cerro los ojos. Su rostro fue bajando y acariciaba todo a su paso, mismo los labios de aquella joven. Los labios a penas se rozaban como un par de manos que se despiden y se van soltando mientras uno se aleja del otro, con toda esa suavidad y desesperación.

Antes del desacate y la confirmación ella se levanta enérgica y se para frente a la puerta de salida, las campanadas habían sonado, era momento de retirarse de aquella alcoba a oscuras. Demasiado pequeña para almas tan grandes.

Él la siguió y la sorprendió detrás. Y una vez más y con la misma lentitud devastadora y seductora se acerco y ella se dejo llevar por el silencio y sus respiraciones como melodía única de aquella salvación en medio de tanto sufrimiento.

Y por fin sus labios de encontraron en la oscuridad que los abrazaba. Las siluetas se distinguían. Pero allí no había dos personas, de repente todo se aclaro y parecían una, una sola.

Sin más remedio, abrió la puerta y la luz delato el rostro de la joven, que infraganti y sin nada que esconder en realidad, abandonó la habitación en la cual, y por fin, había dado su primer beso, ese si contaba.

Ana Frank saluda a todos los integrantes de su familia, y también a los huéspedes. Y sin nada que decir, se dirige con el corazón dando saltos a su habitación.

M♪camelí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

[Gracias por dejarme una caricia al alma]